En un pequeño pueblo, vivía un gato llamado Tejón. Tejón era conocido por su hermoso pelaje blanco y negro, y por su amor por dormir. Desde que era un gatito, Tejón podía dormir en cualquier lugar y en cualquier momento. Pero últimamente, algo extraño estaba ocurriendo. Cada vez que intentaba dormir, algo o alguien lo interrumpía.
Un día, mientras Tejón dormía plácidamente en su cama, el perro del vecino, Rufus, empezó a ladrar sin parar. Tejón se tapó las orejas con sus patas, pero el ruido era demasiado fuerte. "¡Esto es insoportable!", exclamó Tejón, saliendo de su cama con los ojos llenos de sueño. Decidió que tenía que encontrar un nuevo lugar donde dormir.
Tejón salió al jardín y encontró un rincón bajo un árbol. "Aquí estará bien", pensó, acurrucándose entre las hojas. Pero pronto empezó a hacer mucho frío, y Tejón no pudo evitar temblar. "Este lugar es demasiado frío", dijo, y se levantó para seguir buscando.
Caminó hasta el granero y encontró una pila de paja. "Esto parece perfecto", dijo Tejón, acomodándose. Pero los animales del granero estaban muy activos. Las gallinas cacareaban, los caballos relinchaban y las vacas mugían. "¡Demasiado ruidoso!", suspiró Tejón, moviéndose nuevamente.
Tejón se encontró con su amigo el búho, quien le sugirió dormir en un árbol. "Es muy tranquilo allí arriba", dijo el búho. Tejón subió al árbol, pero la altura lo mareó y decidió que eso no era para él.
Luego se encontró con un pez dorado en el estanque. "Ven a dormir aquí, es muy tranquilo y fresco", sugirió el pez. Tejón se mojó las patas y se dio cuenta de que el agua no era su lugar ideal.
Finalmente, Tejón se encontró con una anciana sabia que vivía en una casita al final del pueblo. "Pareces muy cansado, pequeño gato", dijo la anciana. "Tengo una habitación tranquila y cálida donde puedes descansar". Tejón aceptó agradecido y siguió a la anciana a su casa. Allí, en una cama suave y cómoda, Tejón encontró el sueño perfecto.
Desde ese día, Tejón y la anciana se volvieron grandes amigos. Tejón siempre tenía un lugar tranquilo donde dormir, y la anciana disfrutaba de la compañía del gato. Tejón aprendió que a veces, el lugar perfecto para descansar no está muy lejos, solo hay que saber dónde buscar y aceptar la ayuda de los amigos.